Carta mensual del P. Mike
Septiembre 2021
Queridos cofrades,
Que la gracia y la paz del Espíritu Santo estén siempre con nosotros.
Una frase clave que tenemos como parte de nuestro legado espiritual es «sentire cum ecclesia», escuchar con la Iglesia. Como parte de este legado, estamos llamados a conocer las diversas formas en que la Iglesia se llama a sí misma y a nosotros como parte de ella, a una mayor fidelidad al Evangelio. Probablemente han escuchado hablar mucho recientemente de que el Papa Francisco ha convocado un Sínodo sobre la “Sinodalidad” que comienza en octubre de 2021 y que culminará con la celebración de la XVI Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en octubre de 2023. El título o enfoque de este viaje se titula «Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión».
Con esta convocatoria, el Papa Francisco invita a toda la Iglesia a reflexionar sobre un tema que, según él, es decisivo para su vida y su misión. Este camino que sigue la estela de la «renovación» de la Iglesia propuesta por el Concilio Vaticano II, se dice que es a la vez un don y una tarea con el objetivo de ayudar a la Iglesia a vivir más plenamente la comunión, a alcanzar un mayor nivel de participación y a estar más abierta a la misión. Muchas de las diócesis en las que ejercemos nuestro ministerio pronto nos comprometerán a nosotros y a nuestra gente en torno a esta llamada y a este proceso del Papa Francisco.
¿En qué se diferencia esto y por qué es importante para nosotros? La llamada del Papa Francisco y el viaje que invita a la Iglesia a emprender se desarrollan dentro de un contexto histórico que cada uno de nosotros ha estado viviendo, no siendo el menor de ellos nuestro Centenario. Se han producido enormes cambios en la sociedad, una transición crucial en la vida de la Iglesia, un movimiento de personas sin precedentes, la polarización de la sociedad y la Iglesia, y la tragedia mundial de la pandemia del Covid-19. Tampoco podemos olvidar, como nos recuerda Francisco, el sufrimiento experimentado por los menores y las personas vulnerables «a causa de los abusos sexuales, el abuso de poder y el abuso de conciencia perpetuados por un número significativo de clérigos y personas consagradas».
A pesar de estas realidades, nuestra fe nos convoca a creer y confiar en que el Espíritu sigue actuando en la historia y mostrando un poder que da vida. Para el Papa Francisco es en este contexto que la sinodalidad representa el camino principal para la Iglesia, llamada a renovarse bajo la acción del Espíritu, a la escucha de la Palabra, aportando una visión de futuro diferente para la Iglesia y sus instituciones. La clave para ello es la decisión de iniciar procesos de escucha, diálogo y discernimiento comunitario, en los que cada persona pueda participar y contribuir. Lo que Francisco parecería tener en mente es una escucha verdadera y profunda de TODO el Pueblo de Dios, no de unos pocos elegidos. Nos llama a escuchar a los “separados de Dios”, a los abandonados por la comunidad, a los jóvenes y a los marginados, con una apertura al público más amplia posible. Aunque esto pueda molestar a algunos, reconoce que está arraigado en la creencia de que ningún ser humano es indigno a los ojos de Dios y que somos más genuinos en nuestro discipulado cuando creamos comunidad, rompemos barreras y promovemos encuentros.
Una Iglesia sinodal, al anunciar el Evangelio, «camina junta» – nos llama a reconocer que estamos codo con codo en el mismo camino; a tener la mente y el corazón abiertos, sin prejuicios; a valorar la escucha comunitaria de la Palabra y la celebración de la Eucaristía; a dialogar con cristianos de diferentes denominaciones, y a tomar decisiones a través del discernimiento, basadas en el consenso que brota de la obediencia al Espíritu. El objetivo no son los documentos, sino «plantar sueños, suscitar profecías y visiones, permitir que florezca la esperanza, inspirar confianza, vendar heridas, tejer relaciones, despertar un amanecer de esperanza, aprender unos de otros y crear un ingenio brillante que ilumine las mentes, caliente los corazones y dé fuerza a nuestras manos».
Les animo a participar en este proceso a nivel local, a comprometer a la gente de su misión, especialmente a los jóvenes, a los marginados y a los alienados en este diálogo y en este viaje. Les animo a leer y reflexionar más profundamente sobre este concepto de sinodalidad. Parece que este proceso puede ser clave para entender la visión de Francisco sobre la Iglesia y su lugar en el mundo. Como Siervos Misioneros escuchemos con la Iglesia y renovémonos mientras nos adentramos en nuestro próximo siglo.
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En la Santísima Trinidad,
Michael K. Barth, S.T.
Custodio General